martes, 17 de julio de 2007

Comienzo...


     El viejo caminaba lo más rápido que sus piernas le permitían. Cargaba en sus brazos a una niña pequeña. En su mente giraban muchos planes para la pequeña. No quería que sufriera ni que estuviera a merced de los peligros de la vida; quería enseñarle las cosas para que no se le dificultaran las tareas y tropezara lo menos posible.
     Antes de que estos pensamientos llegaran su mente, había dejado atrás muchos acontecimientos. Recordaba cómo había comenzado su andar, fuerte y lleno de optimismo; y cómo, de a poco, se había desgastado de tanto trajinar.
     Recordaba sus momentos de gloria, cuando logró lo impensado; pero también cuando hizo válidos los pronósticos de sus derrotas. De pronto, imágenes vívidas llegaron como una ráfaga y se sintió cansado. Y recordó que había tropezado y caído muchas veces; vio la muerte de cerca sin ser tocado; perdió sus bienes y los ganó de nuevo, sólo para volverlos a perder; tuvo muchas despedidas y lágrimas que recorrieron sus mejillas; sintió lástima por alguien y fue digno de lástima él mismo; amó y lo amaron, y a veces fue rechazado; odió y fue odiado; quiso hacer cosas y no pudo hacerlas, pudo haber hecho otras y no las quiso hacer.
     Había frustración en su cara, pesaron más las derrotas que las victorias. Por un momento pensó que había vivido para nada. Pero, en ese instante fue que apareció la niña; apareció de la nada. Tal vez se perdió o la abandonaron. El viejo sonrió con locura: le habían dado otra oportunidad para darle sentido a su vida.
     Cargó a la niña y comenzó su carrera para salvarla; salvarla de todo: del mundo y sus peligros. Corrió tanto que, de pronto, un dolor asaltó su cuerpo  y no pudo evitar caer. Con su nublada vista miró al frente y vio a la niña, y a lo lejos una montaña, a donde pretendió llegar hace mucho;  a donde pretendía llevar a la pequeña. La niña volteó a verlo, pero el anciano ya estaba muerto. Con su mano sin vida estaba apuntando a la cima de aquella montaña. La niña comprendió la señal y llena de esperanza y alegría comenzó su largo y difícil camino.
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