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miércoles, 24 de septiembre de 2008

"Otra de Vaqueros". Un relato acerca de cómo tu mente te puede traicionar.

Carmelo Santos le debía muchas a Martiniano Domínguez. Al ganar la carrera de caballos, lo humilló; porque se había jactado frente a sus amigos de ser el mejor jinete y que cualquiera mordería el polvo contra él. Al final, Santos lo dejó dos cuerpos atrás y Martiniano recibió la burla generalizada de los que lo habían escuchado. Hubo otras, pero ninguna más grande que el haberse casado con Hortensia, la chica más linda del pueblo y de quien Martiniano estaba enamorado desde que la conoció, más nunca se atrevió a decírselo. Esperaba el momento preciso para declarárselo. Tal momento no había llegado, aún después de 10 años, desde que se vieron por primera vez. Pero Carmelo, que iba de novia en novia, decidió que Hortensia era la indicada y luego de unos pocos meses de conocerla, se casaron.

Carmelo le debía muchas a Martiniano. El problema era que Carmelo no lo sabía, ni se lo imaginaba. El hecho de que no se sabía el nombre de Martiniano lo explicaba todo; lo había visto muchas veces, tal vez hasta oyó su nombre, pero nunca pudo recordarlo. Sin embargo, para Martiniano, Carmelo era su enemigo a muerte, y cada vez que lo vencía en algo, incluso en llegar primero a la bodega de Don Austreberto y comprar la primera hogaza, estaba seguro que lo hacía para fastidiarlo.

Martiniano paseaba muy temprano por el pueblo. Era un chico de 28 años, cuando mucho; era rubio de ojos azules, de bigote casi inexistente y de complexión normal. Constantemente se inventaba pequeñas hazañas para contarlas a la gente, y empezaba por creérselas él mismo. Pretendía crearse una imagen de hombre peligroso y actuaba como si lo fuera, o al menos hablaba como si lo fuera. Aunque la gente siempre supo que era incapaz de matar una mosca.

Esa mañana, en su caminata,